15 Sep Vagina consciente
Vagina consciente, dijo mi amiga. Ojos como platos y cara de tonto. Así me quedé yo, claro, cuando de la boca de mi amiga salieron estas palabras. Mis órbitas oculares sobresalían deformemente de mi estructura facial.
Por mi mente, empequeñecida en aquel instante, pasaron mil imágenes que no creo necesario plasmar en palabras. Sobre todo porque se quedarían cortas ante mi desparramada imaginación.
Más tarde busqué por internet…. Sólo salían páginas relacionadas con el cuidado de la vagina. También alguna referencia al sexo tántrico.
Insistí en la red pero ahora con la expresión entrecomillada: “Vagina consciente”. Toma ya. Ahora sí. Poco, pero sí. Entradas a webs, bastantes con afirmaciones tópicas. De esas que prometen goces no sabes si celestiales o terrenales. Soy escéptico. Frases como “más placer con cinco ejercicios de Kegel”.
Busco qué es eso de Kegel y tengo que tragarme mis prejuicios. Porque Arnold H. Kegel fue un reconocido ginecólogo. Propuso unos ejercicios para fortalecer la musculatura de la zona pélvica. Me siento ignorante.
Mi amiga, la de la vagina consciente, me asegura que desde que los practica ha mejorado su control con la orina y con los penes que la penetran. Los absorbe como un agujero negro o los expulsa sin miramientos. Ella decide.
Veo que me falta ponerme al día. Como quiero saber si el resto de los mortales están tan perdidos como yo, hago una primera indagación de campo y pregunto a otras amigas mías.
¿Sabes qué es eso de la vagina consciente? Algunas dudan antes de contestar. Bucean en su propia experiencia. Otras lo hacen de manera inmediata.
Aquí, un resumen de sus respuestas:
“Es autoconocimiento. Es responsabilidad de mi sexualidad. Me empodera. Yo decido”. Y me aclara algunas dudas. Primero recuerda que sobre el aparato genital femenino poco se enseña realmente. Se educa sobre su función reproductora y poco o nada sobre su función placentera. El placer todavía es tabú.
Otra amiga ilustra este tabú con una investigación de las antropólogas Bruna Álvarez y Estel Malgosa. Son miembros del grupo AFIN de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). “Las niñas de 12 años no saben identificar el clítoris en su cuerpo. Tampoco pintan un punto en la parte superior de los labios femeninos cuando se les pide que dibujen los órganos genitales en la anatomía de una mujer”. https://bit.ly/2lFLBxm
Y una tercera destaca que el clítoris, es el único órgano del cuerpo humano que sirve exclusivamente para proporcionar placer. Sólo lo tiene la mujer. Un pequeño apéndice en el que pueden llegar a concentrarse unas ocho mil terminaciones nerviosas. Ocho mil…!!! Y además no envejece. No envejece…!!!
La cuestión, señala una cuarta, es que hay una tendencia a restringir el placer a la penetración de la vagina. Y con ello casi se olvida de la existencia de la vulva y con ella los labios mayores y menores, así como del clítoris.
“Es mi tesoro. Es un templo, tanto la zona genital externa como la interna. Es un lugar sagrado. Por eso está protegido y a veces escondido. Y se banaliza. La tendencia es depilarlo totalmente, mostrarlo sin misterio, y permitir que te penetre el primer chico que entra por los ojos. Está bien dejarse penetrar, yo disfruto, pero no es la única manera de experimentar placer”. Me confiesa una quinta amiga.
Y sigue:
“Parece como si la idea del consumo, consumir y consumir, se hubiera trasladado a las áreas más íntimas de nuestro vivir. Consumimos experiencias, consumimos sexo, consumimos personas… La penetración está sobrevalorada, el consumo está sobrevalorado. Sin tiempo para disfrutar de ese consumo o de la propia penetración, de la relación sexual, del placer, de la conexión íntima de cada uno consigo mismo. Tiempo al tiempo. Dancemos”, termina por decir.
Y en esta danza de eros frente a tanatos, una de las amigas encuestadas me reta: “¿Ya sabes que hay diferentes tipos de vulva?” Me coge a traspiés porque yo ni siquiera me lo había planteado. Y me pasa un enlace https://youtu.be/khrrtMw7I9A para introducirme en esta danza de eros.
Me doy cuenta del trecho que me queda. El viaje es largo. Y cojo la mochila con algunos libros…
Me olvidé de mí, Alma Hendricks
Nacidas para el placer, Mireia Darder
Sexualidad atlética o erotismo, Montserrat Calvo
La devadasi, Ramiro Calle
Soy infiel, ¿y tú?, Alicia Gallotti
Las mentiras del sexo, Antonio Galindo
Entre mis labios, mi clítoris, Alexandra Hubin y Caroline Michel
Erotismo de autoayuda, Eva Illouz