23 Ene Kaspar Hauser. El desconocido que pudo cambiar la historia de Europa
Fue separado de la sociedad a los tres años y privado de cualquier contacto con los hombres. Tras más de doce años de cautiverio en una lúgubre mazmorra, apareció vagando por las calles de Nuremberg. Era un niño salvaje que, aunque desconocía quién era y de dónde venía, sabía escribir su nombre: Kaspar Hauser. Pronto se reveló como el posible heredero del trono de Baden. Fue un enigmático hombre llamado a cambiar el destino de Europa y cuyo origen real le costó la vida. 163 años después de su muerte, la moderna ciencia genética analiza su sangre. Pero, ¿por qué precisamente ahora?
¿Fue Kaspar Hauser víctima de una conspiración para que no evitara las dos guerras mundiales? ¿Existe una conjura que rige los destinos de Europa? ¿Responde la reciente guerra en la ex-Yugoslavia a un plan preestablecido?; si es así, ¿por quién?, y ¿por qué se está practicando en estos momentos un estudio de los genes de este enigmático hombre?
Son preguntas inquietantes que no tienen fácil respuesta. Pero no menos inquietante es mostrarse impasibles ante estos acontecimientos. Y hay uno que destaca especialmente por las graves repercusiones históricas a tenor de las últimas investigaciones realizadas. Se trata del enigma de Kaspar Hauser. Para algunos investigadores todo hubiera sido distinto si este hombre no hubiera sido asesinado, pues se afirma que pudo cambiar el sangriento destino de Europa. Estamos ante una revelación increíble, y el interés que despierta entre los investigadores y su eco en la prensa internacional, han convertido a Hauser en una razón de Estado. Lo que era increíble se ha convertido en verosímil, y mientras preparamos este reportaje, los institutos de medicina legal de Munich y el Ministerio de Interior británico están realizando un análisis genético de los restos de sangre de Hauser. Muy importante ha de ser este personaje para suscitar esta expectación y para que se invierta tanto tiempo y dinero.
APARICIÓN INEXPLICABLE
Pero, ¿quién era Kaspar Hauser? Para muchos, un misterio. Con poco más de quince años apareció en medio de Nuremberg una tarde del 26 de mayo de 1828 (un lunes de Pentecostés) con una carta dirigida a Friedrich von Wessenig, capitán del regimiento de caballería, sin saber apenas articular palabra alguna. Lo confiaron a distintas personas para su educación, pues parecía mentalmente retrasado, hasta que el 14 de diciembre de 1833 sufrió un atentado que le costó la vida tras tres días de lenta agonía. No era la primera vez que alguien arremetía contra Hauser. Cuatro años antes ya habían intentado acabar con él. Pero lo más sorprendente es que, tras su muerte, algunas personas orquestaron insistentes campañas de descrédito contra él. ¿Por qué? ¿Quién le mató? ¿Qué enigma encierra su corta vida?
Trasladémonos hasta aquella tarde de mayo de l828 y veamos más de cerca algunas peculiaridades de este joven muchacho. Apareció en medio de Nüremberg tambaleándose porque sus piernas apenas le sostenían. No sabía hablar. Y rechazaba con asco la cerveza y la comida que le ofrecían. Sólo aceptaba tomar pan negro y agua. El capitán a quien iba dirigida la carta que portaba Kaspar Hauser no sabía qué hacer con él y le llevó a la policía. Allí le interrogaron sin éxito y, tras pasar unos días en una celda, finalmente decidieron instalarlo en la torre del castillo de Nüremberg bajo la custodia del guardián de prisiones.
Dos días después del interrogatorio, el médico oficial del Tribunal Civil de Nüremberg, el doctor Preu, hizo un examen exhaustivo al niño y presentó un informe del que extraemos los siguientes fragmentos: «Este joven no es ni un loco, ni un imbécil, pero es manifiesto que se le ha separado por la fuerza y con la mayor crueldad de todo contacto con los hombres. Desde su más tierna infancia permaneció alejado de la sociedad y educado, a escondidas de los demás, en un lugar en el que no podía penetrar la luz del día. Y así permaneció hasta el momento en que, de repente, apareció entre nosotros».
Evidentemente estas afirmaciones no son gratuitas. Vienen avaladas por una descripción detallada del examen practicado al joven y corroborado por otros médicos contemporáneos, como el doctor Osterhausen. Meses más tarde, el propio Kaspar Hauser confirmaría con su relato las observaciones registradas en el informe médico. Incluso posteriormente, cuando se le practicó la autopsia tras su asesinato, los médicos constataron alteraciones en el cerebro y en el hígado que achacaron a un largo cautiverio, a una alimentación incompleta y a una prolongada falta de movilidad.
En resumen, fue encerrado en una mazmorra cuando tenía tres años. Una mazmorra oscura en la que no podía ponerse en pie. Por todo alimento recibía pan negro y agua. Y así permaneció entre 12 y 13 años. Hasta que le soltaron, no sin antes enseñarle a escribir «Kaspar Hauser». ¿Por qué?
LAS PRIMERAS PESQUISAS
El burgomaestre (el equivalente a alcalde) de Nüremberg, Binder, tomó cartas en el asunto y se ocupó de Kaspar Hauser. El primer contacto con él le dejó tan impresionado que redactó un informe oficial cuyo contenido pronto trascendió más allá del círculo policial, pues el comunicado de Binder destilaba ternura y compasión. Incluso los periódicos de Europa recogieron en sus páginas un bando del burgomaestre en el que pedía la participación ciudadana para la búsqueda de pistas. Kaspar Hauser empezó a ser conocido como «el hijo de Europa», tal vez como premonición de lo que hubiera tenido que ser y no fue.
El presidente del Tribunal de Apelación de Ansbach, Anselm von Feuerbach, reconocido profesor de derecho penal, criminalista ‘y consejero secreto del rey de Baviera, se interesó pronto por el caso del «niño salvaje». E intentó por todos los medios descifrar su verdadera identidad.
En un informe de septiembre de 1828 escribió: «Numerosos elementos del caso de Kaspar Hauser (por quien cada vez me intereso más tanto a título profesional como personal) son enigmáticos y, sin duda, lo seguirán siendo a pesar de los esfuerzos conjuntos de la policía y de la justicia».
El caso es que el celo de Feuerbach fue premiado con la resolución del misterio. El 27 de enero de 1832 el famoso criminalista envió un informe secreto a la reina Carolina de Baviera. Y en 1833 murió súbitamente, muchos dirán que envenenado. ¿Qué decía este documento confidencial?
SU VERDADERA IDENTIDAD
Feuerbach había desvelado la verdadera identidad de Kaspar Hauser con pruebas documentales; y posteriormente fue confirmada por otros criminalistas e historiadores. Nació el día de Sant Micael, 29 de septiembre de 1812, en el castillo de Karlsruhe. Hijo del gran duque Carlos (no confundirlo con su abuelo Carlos Federico Zähringuen de Baden-Durlach) y de Estefanía de Beauharnais, era el heredero oficial del trono de Baden.
Estefanía tuvo cinco hijos. Pero todos los pretendientes al trono murieron a edad temprana y en circunstancias extrañas, excepto el pequeño Kaspar, quien fue suplantado por otro bebé al poco de nacer. Sobra decir que el sustituto murió inmediatamente. Entonces, aparentemente, la línea dinástica de la casa Zärhinguen quedó extinguida. Y ello permitió que Leopoldo, hijo del segundo matrimonio del gran duque Carlos Federico con una muchacha de la corte, renombrada baronesa y condesa de Hochberg, se convirtiera en el gran duque de Baden, en 1830, cuando todavía vivía Hauser.
Cuando Feuerbach envió su informe a la tía de Kaspar Hauser, la reina Carolina de Baviera, lo hizo con la intención de que el niño pudiera recuperar sus derechos hereditarios, pues todavía estaba a tiempo de ser reconocido como legítimo heredero del trono. En lugar de eso, Feuerbach murió repentinamente y Kaspar Hauser fue asesinado.
INSTIGADORES
El caso es que la esposa de Leopoldo, Sofía de Suecia, satisfecha por el éxito de la operación, le confesó a su esposo en la Navidad de 1833 que ella formó parte de los instigadores del asesinato de Kaspar Hauser. Leopoldo, quien no había sospechado nada, se dio a la bebida. Y cuando su hijo, el gran duque Friedrich, accedió al trono, la esposa de éste, Luisa de Prusia, intentó recuperar todos los documentos comprometedores para destruirlos. Y por si quedaba alguno, el destino quiso que los archivos de la Casa Ducal de Baden se quemaran definitivamente en el incendio del castillo de Karlsruhe en septiembre de 1944.
Para muchos investigadores está claro que se trata de un crimen dinástico con el que se desmoronaba una de las esperanzas póstumas de Napoleón Bonaparte. El emperador francés otorgó en 1806 el título de gran duque y príncipe elector a Carlos Federico Zähringen por haber defendido a Francia en la guerra contra Austria. Cuando en 1806 Carlos, nieto de Carlos Federico, se casó con Estefanía de Beauharnais, sobrina de Josefina (primera esposa de Napoleón), el emperador había establecido las bases para el futuro ascenso de un Bonaparte al trono de Baden. Así que Kaspar Hauser fue el fruto de una unión matrimonial francoalemana.
EL COMBATE CONTRA EL IMPULSO ESPIRITUAL
Con todos estos datos a la vista surge la tentación de preguntarse qué hubiera pasado si Kaspar Hauser hubiera accedido al poder, pues Napoleón, tal vez sin saberlo, había preparado el terreno para que Kaspar pudiera desarrollar el impulso espiritual del que habían sido impregnados tanto Goethe como Schiller o Hölderlin, tal como afirman algunos investigadores actualmente. Estos están convencidos de que con Kaspar Hauser se hubiera cumplido lo que con anterioridad ya evocó Schiller en el boceto de su poema «Grandeza alemana» del que reproducimos un breve fragmento:
«No pertenece a la grandeza alemana ganar por medio de la espada. Penetrar en el reino del espíritu, vencer los prejuicios, combatir con virilidad las ilusiones, he aquí lo que es digno de su celo (…)».
UNIDAD FRANCOALEMANA Y CONFLICTOS BALCÁNICOS
Al menos es evidente que con el linaje de Kaspar Hauser se habrían unido dos pueblos, el alemán y el francés, que al quedar huérfanos se enfrentaron en menos de 100 años a tres guerras. Sin Kaspar Hauser los alemanes desoyeron a Schiller, y quisieron mostrar su grandeza a través de la espada y no del espíritu. Desplegaron un gran poder desprovisto de espiritualidad culminándolo con la violencia destructiva de la Segunda Guerra Mundial, en la que murieron cerca de 55 millones de personas, civiles en su mayoría.
Pero no es tan sólo eso. Si volvemos la mirada al Congreso de Berlín de 1878 en el que se revisaban las cláusulas del Tratado de San Lorenzo, veremos que Bismarck intentó solucionar el equilibrio entre Ias potencias europeas, creando artificialmente Estados más o menos independientes (Rumanía, Bulgaria, Serbia y Montenegro), sin tener presente la idiosincrasia de aquellos territorios, cosa que no hubiera sucedido con Kaspar Hauser al frente de los territorios de Alemania del Sur, a los que el conde Ludwig Polzer-Hoditz les atribuye simbólicamente el poder de convertirse en el nuevo Castillo del Grial de los modernos combatientes del espíritu. En cualquier caso, el trazado de estas fronteras en los Balcanes creó las condiciones que harían posible la Primera Guerra Mundial.
«LA BESTIA FUE MAS FUERTE»
Y si vamos más allá, el pacto del establecimiento de las fronteras a través de los Acuerdos de Helsinki tras la Segunda Guerra Mundial, que también afectaba evidentemente a los Balcanes, no era sino una bomba de relojería puesta en el corazón de Europa. Y estalló en 1992. Es la guerra entre serbios, bosnios y croatas. Un conflicto que, a pesar de todo, sigue larvado en el corazón de Europa. Esta cadena de dramáticos acontecimientos ha contribuido a que Europa Central haya quedado virtualmente fragmentada, despedazada y arruinada.
Con todo ello se abre una terrible incógnita: quienes orquestaron el asesinato de Kaspar Hauser, ¿conocían el alcance de sus actos?, ¿fue un simple crimen dinástico, como se espera confirme el análisis genético? Porque ¡no nos engañemos!, si se trataba de un simple crimen dinástico, lo podrían haber ejecutado al poco de nacer (como sucedió con los otros herederos al trono) sin necesidad de concentrar tantos esfuerzos y años en mantenerlo al principio vivo y aislado del mundo. ¿Por qué quisieron hacerlo así entonces?
Los investigadores de Io inexplicable sólo cuentan con una pista que todavía es más enigmática. Y son las dos frases aparentemente contradictorias pronunciadas por Kaspar Hauser cuando se estaba muriendo. Dijo: «Padre, hágase tu Voluntad y no la mía» y «La bestia fue más fuerte».
¿Sabremos alguna vez qué significan exactamente estas últimas palabras?
¿Confirmará la ciencia el origen dinástico del niño salvaje?
EL ANÁLISIS GENÉTICO DE SU SANGRE
Poco se imaginaban Watson y Crik cuando determinaron la estructura del ADN en 1953 que habían abierto la puerta para apoyar una de las hipótesis más audaces y escalofriantes que manejan algunos historiadores del presente siglo para explicar la semilla del desarrollo de las dos guerras mundiales. En estos últimos días la prensa española se ha interesado por el enigma de Kaspar Hauser, pues restos de su sangre están siendo sometidos a unos análisis genéticos con los que se pretende confirmar su origen dinástico. AÑO/CERO se ha puesto en contacto con Josep Egozcue, catedrático de Biología Celular de la Universitat Autònoma de Barcelona, para que nos explique la fiabilidad de estas pruebas. Y es un tema complejo. Por una parte, se precisa de un elemento que ya poseemos: los restos de sangre de Kaspar Hauser que quedaron impregnados en su ropa cuando fue asesinado. Esta ropa fue conservada en la Audiencia Real de Ansbach y después en el museo de los Margraves. De ahí se obtiene una información genética clasificada que tendremos que comparar con otra suministrada por algún descendiente sobre cuyo origen no haya ninguna duda. La clave la suministrarán los marcadores, que son las secuencias repetidas del ADN, algo así como los rasgos distintivos de un árbol genealógico y que se encuentra en cada uno de sus miembros. Cuantos más marcadores sean señalados en el proceso, más fiable será la comparación. Aunque en este caso, además habrá que tener presente el corrimiento de las bandas que configuran los marcadores a causa de los años transcurridos (más de 160 desde su muerte).
LAS TECNICAS MÁS AVANZADAS
Así se hizo, por ejemplo, para identificar los restos de la familia del último zar de Rusia, cuyo resultado se publicó oficialmente a finales de septiembre del año pasado. Aunque en el caso de los restos de los Romanov además de utilizar las técnicas informáticas más avanzadas, así como el láser, la biología y la genética molecular, también se movilizaron ministerios e instituciones de Rusia, el Reino Unido y Estados Unidos, parientes y descendientes de Nicolás II y la zarina Alexandra en Inglaterra, Grecia, Escocia, exhumaciones de cadáveres ilustres, y todo para obtener la máxima fiabilidad. Con el análisis genético los investigadores rusos afirmaron que llegaron a una certeza del 99%. Pero como querían que la fiabilidad fuera absoluta, se encargaron otras investigaciones independientes. Todo este complejo proceso duró algo más de tres años.
Con Kaspar Hauser la inversión es de algunos meses, por lo que no podrán hacer públicas las conclusiones hasta el verano. Aunque no hay porqué dudar de que los científicos actúen con rigor profesional una pregunta queda en el aire: ¿por qué interesa precisamente ahora este asunto?
¿Quién mueve los hilos?
Resulta evidente que hay algunos seres a quienes les gusta controlar el desarrollo de los acontecimientos, y no sólo en el pasado. Esta historia es una buena prueba de ello. Pero ¿quiénes son? Aquí ofrecemos algunas pistas.
«Cada año se reúnen en un lugar que nadie sabe, unos señores que nadie sabe quiénes son, que son quienes deciden lo que vale el trigo o el acero… y qué gobierno cae». Son palabras de José Luis de Vilallonga, aristócrata, escritor y biógrafo del Rey de España, Juan Carlos I, en una entrevista publicada en «La Vanguardia» el 14 de noviembre de 1995, en la que explicaba la información recibida de un amigo suyo, exagente de los servicios secretos estadounidenses e israelitas. Éste mismo también le confió la tormenta política que estaban preparando para sacudir España. Vilallonga lo plasmó en un artículo el 24 de agosto de 1994, un año antes de que se precipitaran los acontecimientos. El resultado de todo ello es que el pasado mes de marzo los españoles acudimos a las urnas porque se celebraron anticipadamente las elecciones generales. Fueron palabras proféticas.
El exagente de la CIA y del Mossad no se había equivocado. Sorprendente… ¿no? ¿Son los gobiernos marionetas de un poder superior? Para Vilallonga sí, y los hechos le apoyan. No es el único que se atreve a manifestarlo. Antoni Matabosch, presidente de la Fundació Joan Maragall Cristianisme i Cultura, y delegado episcopal de pastoral universitaria, se manifiesta en parecidos términos: «Se calcula que 1,2 billones de dólares en posesión de ciertos grupos financieros circulan por los mercados mundiales y deciden el valor de las monedas, los mercados, las bolsas, la vida o muerte de países enteros…». Y el secretario general de Naciones Unidas, Butros Ghali, lo confirma: «La realidad del poder mundial escapa ampliamente a los Estados. Hasta tal punto que la globalización implica la emergencia de nuevos poderes que trascienden las estructuras estatales».
¿Y qué persiguen ahora estos suprapoderes que quieren determinar el destino de los países? En este laberinto de confabulaciones Vilallonga nos suministra una pista: «Hay que preguntarse siempre, ¿a quién le interesa que no vaya bien España?; a los mismos a quienes les puede interesar que no vaya bien Europa». Para Vilallonga está claro que existe algún grupo con bastante poder que intenta malograr la consecución de una Europa unida y en paz, sin guerras. Y no es ninguna especulación. Con Kaspar Hauser se tomaron bastantes molestias.
Dotes intelectuales paranormales
El tutor y benefactor de Kaspar Hauser, el barón Von Tucher, atribuyó a éste unas cualidades poco comunes: «Las ideas de Kaspar Hauser eran las propias de un niño, pero las fuerzas de su alma no eran las de un alma infantil (…), su espíritu parecía una página en blanco, acogiendo en él, con una receptividad infinita, el conjunto de ideas y reproduciéndolas con gran fuerza, cosa que sorprendía a todos y que hizo pensar de inmediato que tenía dotes intelectuales excepcionales». También añadió: «En el estado en que encontré y describí a este ser, con la pureza innata que de él emanaba, su total olvido de sí mismo, ofrecía a la perfección la imagen del primer hombre en el Paraíso antes de la Caída».
Daumer, primer profesor y amigo de «un recién civilizado» Hauser, se manifestaba en términos similares con respecto a él: «Teníamos ante los ojos un ser humano de los orígenes, paradisíaco en el sentido moral de la palabra, una maravilla digna de veneración en un mundo humano esencialmente corrompido, habiendo caído en un abismo de egoísmo y maldad». Daumer también afirmaba que mostraba una extraordinaria sensibilidad, hasta el punto de distinguir sin verlos, por sus corrientes, los metales escondidos entre papel. Asimismo, manifestaba una memoria impresionante. Era, en efecto, un enigma andante.
Un misterioso crimen de película
El 14 de diciembre de 1833, un desconocido, alto, con patillas oscuras y un abrigo negro se acercó a Kaspar Hauser y con alguna artimaña le condujo hasta el parque municipal de Ansbach. Allí le entregó una bolsa y cuando la abrió, el hombre le asesinó con un puñal. La reina Carolina de Baviera acusó públicamente a lord Stanhope, un personaje poderoso que consiguió apartar a Kaspar Hauser de sus amigos más íntimos, pero no se pudo probar nada. La policía nunca encontró al agresor, aunque sí una nota dentro de la fatídica bolsa. Estaba escrita de derecha a izquierda (para ser leída en un espejo) y decía: «Hauser podrá deciros quién soy yo y de dónde vengo. Para ahorrarle el trabajo, os lo diré yo mismo. Soy de… en la frontera bávara… junto al río… mi nombre es MLOE». Hasta el último momento, todo lo que le aconteció estuvo rodeado de misterio. No es extraño, pues, que hasta la fecha se hayan publicado sobre él más de dos mil escritos entre libros, ensayos y artículos, e incluso se haya realizado una película dirigida por Werner Herzog para mostrar la figura del «niño salvaje que pudo cambiar los destinos de Europa».
Artículo publicado originalmente en la revista Año Cero el mes de Mayo de 1996.